Al llegar al final de Avenida Colón, uno se choca con el mar y obtiene una de las postales más lindas de Mar del Plata: Playa Varese. Desde las ventanas de Tío Curzio los marplatenses y turistas no pueden despegar los ojos de ese increíble paisaje que, a lo largo de los años, ha sufrido diversas transformaciones. Desde aquellos primeros años en que era conocida como Playa de los Ingleses, hasta la actualidad, repasamos la historia de este particular balneario.
La Playa de los Ingleses
Los primeros registros que hablan de la famosa Playa de los Ingleses, se remontan al año 1890. La misma se ubica en una bahía curva, artificial, formada por dos largas escolleras de piedra entre el Torreón del Monje y el Cabo Corrientes.
El nombre, según indican los historiadores, tuvo su origen en la odisea que vivió un grupo de marinos británicos a mediados del siglo XVII.
Los marinos naufragaron con la fragata HMS Wager cerca de Chiloe, en el marco de la Guerra del Asiento, frente al Imperio español. Sin embargo, se las arreglaron para construir una pequeña balandra, la Speedwell, con los restos de la embarcación y con ella doblar el cabo de Hornos.
Tras varias peripecias, ocho de ellos fueron abandonados en lo que se cree es hoy la zona norte del Cabo Corrientes, es decir, Playa Varese.
Allí había un circuito de construcciones de madera donde veraneaban los turistas miembros de la clase alta porteña, incluido un arco de piedra sobre el bulevar (hoy Paseo Jesús de Galíndez).
Esas pintorescas construcciones se mantuvieron hasta finales de la década de 1970. Las mismas iban en la misma línea de la arquitectura de la vieja Mar del Plata, donde se destacaban las construcciones de estilo europeo clásico.
Era común por ese entonces que los hoteles que se encontraban a la vera del mar, en la Playa de los Ingleses, estuvieran reservados a la aristocracia. Sin embargo, cuando la ciudad se transformó en el centro de veraneo de la clase media, los lugares de hospedaje de este lugar pasaron a ser ocupados por sindicatos y familias trabajadoras.
El Hotel Centenario y Luis Varese
Entre los muchos inmigrantes italianos que llegaron a la ciudad de Mar del Plata a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, se encontraba Don Luis Varese. Luis había nacido en Génova en 1875. En 1893 viajó a la Argentina y en 1895 llegó a nuestra ciudad. En un principio trabajó como electricista y luego pasó a ser empleado del “Confortable Hotel”, hasta que se dedicó al rubro gastronómico y hotelero.
Con los ahorros de su trabajo en el Confortable, un hotel pequeño del centro, más el aporte de un socio francés apellidado Fonteneau, Luis Varese abrió un restaurante y salón de té en el verano de 1908. La belleza del paisaje, sumado al buen servicio, hicieron que el negocio de Luis fuera un éxito. Así fue que decidió ampliar el edificio y sumar habitaciones para convertirlo en un hotel.
Esplendor y desaparición del Hotel Centenario
El sueño de Luis fue creciendo y el complejo llegó a tener 120 habitaciones disponibles, más los cuartos de servicio para la comitiva que acompañaba a los huéspedes y los otros 75 reservados para el personal del hotel.
El Centenario se fue adaptando al paso del tiempo con distintas reformas y modificaciones, pero a partir de la década del ’40 comenzaron las complicaciones.
Durante el gobierno de Perón el sector fue intervenido y se modificaron las reglas de juego. Primero se prolongó la concesión por 20 años más. Se hicieron grandes reformas y a los diez años se interrumpió el contrato y el hotel pasó a depender del Estado en 1972.
El Centenario navegó a la deriva hasta que en 1978, con la llegada del mundial, el gobierno militar decidió embellecer la ciudad y mandó a dinamitar el legendario complejo.
De Playa de los Ingleses a Playa Varese
Tras la demolición del complejo, la playa tomó el nombre de los propietarios del antiguo hotel y todos se referían al lugar como Playa Varese.
El nombre quedó definitivamente sellado cuando se desató la Guerra de Malvinas y ya nunca más se fue. Ya en la década del ’80 se comenzó la construcción de escolleras tipo T que le dieron el aspecto actual a la playa y la cual permitió recuperar una importante porción de arena.
Hoy el Hotel Centenario es solo un recuerdo que permanece vivo en la memoria de unos pocos, pero el espíritu de Luis Varese sobrevive en la playa que hoy lleva su nombre.