En 1865 la provincia de Buenos Aires creó el partido de Balcarce y Peralta Ramos recibió el apoyo del juez de paz Juan Peña que argumentó ante las autoridades provinciales la conveniencia de establecer un poblado sobre la costa.
Un proyecto con oposición
Pero un grupo de vecinos estaba en contra de que la Provincia utilizara fondos públicos para la expropiación de las tierras.
El fundamento de esta negativa radicaba en el hecho de que cuando se dividió la estancia de Peralta Ramos en lotes y se hizo la mensura, las tierras que poseía eran mayores que las que figuraban en el registro de propiedad, entonces le tenía que devolver 1.000 has. al Estado. Pero las leyes vigentes lo autorizaban a ubicar dentro de sus propiedades lo que sobraba,
a fin de que el Estado tomara una decisión sobre los mismos, generalmente subastarlas públicamente.
Los vecinos opositores (José Chaves, fundador de Balcarce, entre ellos) sugirieron que la localidad se debía establecer en esos sobrantes a fin de que el Estado se ahorrara los gastos de una expropiación. Pero Peralta Ramos finalmente ubicó los sobrantes fuera del partido de Balcarce en inmediaciones de la Laguna de Mar Chiquita.
Estas tierras eran propensas a inundaciones, dentro de la estancia San Julián de Vivoratá, manteniendo su postura original de fundar la localidad en el partido de Balcarce donde no había terrenos fiscales.
La elección del lugar
En 1867 José Bernal, juez de paz de Mar Chiquita, apoyó a Peralta Ramos por medio de una carta al Ministro de Gobierno bonaerense, Nicolás Avellaneda, donde le informó que los terrenos fiscales eran campos bajos y de bañados inadecuados para instalar allí una población.
En cambio el lugar propuesto por Peralta Ramos era ideal para constituir uno de los puertos argentinos más comerciales.
En honor a su fallecida esposa, Peralta Ramos destinó en 1873 un terreno para la construcción de la capilla Santa Cecilia, el primer templo de la localidad. Peralta Ramos en persona trabajó en la obra de construcción hecha con tablas de un naufragio que estaban abandonados en una playa.
Peralta Ramos inició los trámites ante el gobernador Mariano Acosta para fundar el pueblo enviando el 14 de noviembre de 1873 una Solicitud de Aprobación. Algunos fundamentos expresados en la misiva son: “Este punto llamado a gran desenvolvimiento, es ya hoy un pueblo, excelentísimo señor.
Hay en él un gran saladero cuyo costo primitivo fue de cuatro millones de pesos, aproximadamente. Hay un muelle de “fierro”; que costó treinta mil duros. Hay un molino de agua que puede elaborar la harina suficiente para las necesidades de la localidad.
Hay una iglesia de piedra y cal con todo cuanto es requerido, que puede contener cuatrocientas personas. Hay botica, panadería, herrería, zapatería y otros ramos industriales. Está también listo el colegio municipal y hay, además, más de veinte casas de piedra, madera o ranchos ocupados por negocios de diversos géneros.
La población que allí se forme está llamada a ser una de las más felices de la provincia, tanto por su clima como por la feracidad de su suelo. Los ramos a explotar se presentan desde ya de una manera fácil y productiva. A corta distancia se halla el gran criadero de lobos marinos, cuyo producto lo estimo en quinientos pesos por cabeza, siendo una mina inagotable…..”.
El 10 de febrero
Los inconvenientes que debió afrontar fueron las discrepancias con los vecinos y con algunas disposiciones oficiales por la ubicación del poblado.
El gobernador Acosta firmó el decreto de fundación de Mar del Plata el 10 de febrero de 1874 previo informe del Departamento Topográfico de la provincia y una recomendación del Juez de paz Pedro Bouchez y del Fiscal de Estado que recomendaban dejar una avenida costera de 200 m de ancho.
Esto en vez de una fundación puede considerarse una oficialización de la localidad ya existente. Pero oficialmente esa fecha es considerada el aniversario de su fundación.
Patricio Peralta Ramos falleció el 25 de abril de 1887, en Mar del Plata, y sus restos fueron enterrados en un cementerio adyacente a la capilla Santa Cecilia y posteriormente trasladados al panteón familiar en el Cementerio de la Recoleta, en Buenos Aires.