La historiadora Elisa Pastoriza, coautora del libro Mar del Plata. Un sueño de los argentinos, describe los distintos momentos que transitó la ciudad a lo largo de las décadas, desde sus comienzos como lugar de descanso para las élites hasta su apertura al turismo de masas.
Por Agustín Casa
Mar del Plata es el principal destino turístico para los argentinos, que verano tras verano eligen las playas marplatenses para su merecido descanso. La popularidad de esta plaza turística no es nueva, pero tampoco era tal en sus orígenes. Esa preferencia de la población argentina por sus playas se debió a una serie de procesos sociales, políticos y económicos que se produjeron durante gran parte del siglo XX. En paralelo a la actividad turística, la ciudad desarrolló otras actividades que acompañaron su crecimiento.
Fundada en 1874 en el sudeste de la provincia de Buenos Aires por Patricio Peralta Ramos, Mar del Plata es la ciudad cabecera del partido de General Pueyrredón, que cuenta con unos 42 kilómetros de playa, cifra que marca la importante influencia del mar y sus actividades recreativas, sociales y productivas para la vida de la ciudad.
En el país, Mar del Plata es sinónimo de playa y de turismo. Sin embargo, no siempre la relación fue tan directa. “Mar del Plata no surgió como un balneario. Está en las antípodas de otras ciudades balnearias que surgieron así, como el caso de Miramar. Mar del Plata fue fundada al ritmo de la extensión de la frontera sudeste con la creación de ciudades que tenían que ver con la puesta en valor de toda esta región. La idea de balneario va a surgir después”, cuenta a Citecus Elisa Pastoriza, historiadora y profesora emérita de la Universidad Nacional de Mar del Plata.
Respecto a la fundación de la ciudad, la historiadora destaca que quienes estudian ese período consideran que en ese momento se oficializó algo que ya funcionaba, es decir, lo que rodeaba a la actividad económica generada por el saladero, pero no sin pugnas por establecer cuál sería la ciudad cabecera, dado que no todos coincidían que se estableciese en la zona costera.
Algunos de los temas que Pastoriza ha investigado a lo largo de los años son la historia social de Mar del Plata y la historia del turismo en el país. En 2019, publicó en coautoría con Juan Carlos Torre el libro Mar del Plata. Un sueño de los argentinos (editorial Edhasa), en el que describen y analizan el desarrollo del turismo en Mar del Plata.
Transporte de piedras para la construcción de la rambla de Mar del Plata (1912)./
Foto: Archivo General de la Nación.
Un balneario exclusivo
En el libro sugerimos algunas influencias de Pedro Luro, en relación al lugar de donde él venía, donde ya había balnearios. La idea ya estaba en él, pero la llevaron adelante sus hijos y los hijos de Peralta Ramos, quienes dibujaron un balneario al estilo de los balnearios europeos, que va a ser el modelo de lo que fue esa primera etapa del balneario”, señala la especialista.
En ese primer momento se trató de una villa balnearia de élite que era visitada por la clase alta porteña casi de manera exclusiva. Con el tiempo, se generaron obras y se desarrollaron actividades que propiciaron el crecimiento del balneario. “Hay algunos hitos como la extensión del ferrocarril desde Maipú a Mar del Plata en 1886 y dos años después se inauguró el Bristol Hotel, que será, en toda esta primerísima parte de la vida balnearia, el centro de esa actividad balnearia, de la sociabilidad y de todo lo que después van a ser las primeras ramblas –las de madera– y luego en 1913 se inauguró la rambla de material. Era una rambla afrancesada, la Rambla Bristol, una construcción impresionante. Y toda esa ribera, podemos hablar prácticamente desde La Perla hasta el Golf Club, en esa primera etapa fue diseñada por Carlos Thays, un paisajista muy importante. Él diseñó la Plaza Colón, todo el diseño paisajístico asociado al parque que rodea la Rambla Bristol”, relata.
La propia clase alta porteña que veraneaba en Mar del Plata fue en parte promotora de distintas obras de infraestructura en el balneario. En esa línea, Pastoriza sostiene: “Tener un balneario formó parte de la modernización que se planteó la generación del 80, donde además de la puesta en producción de la provincia de Buenos Aires, los ferrocarriles y promover la inmigración, es decir, todo lo que ya sabemos en cuanto a este proyecto, también se propusieron tener un balneario como los europeos y los estadounidenses”. En ese marco, los veraneantes jugaban su papel político “al punto que casi todos los gobiernos eran comisionados puestos desde afuera”. La especialista recuerda que hacia 1910 “hubo un movimiento muy importante contra esos comisionados, donde participó mucha gente, entonces, ese vínculo tan estrecho se tradujo en cuestiones que hacían a la sociabilidad política del municipio”.
La ciudad se transforma y cambia su fisonomía
El desarrollo del balneario, ¿qué cambios generó en la joven ciudad? “El efecto que produjo la creación de un centro balneario en Mar del Plata, que no fue el objetivo de la fundación, hizo que el desarrollo de Mar del Plata sea muy vertiginoso, sobre todo durante el siglo XX. Y si uno compara el crecimiento y el desarrollo de Mar del Plata con Azul, Dolores y todos los pueblos que se fueron fundando, la diferencia es muy relevante, muy notoria”, destaca Pastoriza.
¿A qué se debe este crecimiento y desarrollo vertiginoso de Mar del Plata? La historiadora explica: “La cuestión turística pasó a tener una preponderancia muy importante en el desarrollo de este poblado. Mar del Plata tuvo un desarrollo en cuanto a crecimiento económico, a población, y en todo lo que eso se va a traducir, en escuelas y muchísimos aspectos muy importantes, con tasas de crecimiento poblacional a veces al mismo nivel que las de Buenos Aires. El motor de eso fue en gran parte la actividad turística que tuvo un crecimiento continuo. Ese también fue un factor muy importante, incluso en relación a ese carácter cerrado de esa primera villa balnearia, que era el objetivo de ese sector social. Eso duró muy poco, fue bastante efímero.
Enseguida estuvo en la mira de otros sectores sociales que comenzaron a visitarla. Entonces, ese proceso que yo he llamado de democratización social del balneario fue muy temprano porque rápidamente ese lugar se convirtió, podemos decir, en un objeto de deseo”.
Ese desarrollo acelerado de la infraestructura urbana y el crecimiento de la ciudad tuvo un impacto directo en el mercado laboral. “Eso generaba oportunidades de trabajo, lugares que requerían personal y, a su vez, motivaban a que muchas familias inmigrantes se radicaran en la ciudad. El municipio se fue ampliando con actividades propias de la ciudad, pero en gran parte generadas por esa actividad balnearia que, si bien cubría cuatro meses específicos de veraneo, generaba actividad todo el año.
Por ejemplo, el caso de la construcción, que tempranamente fue una actividad generadora de trabajo muy importante en la ciudad, aun en este primer período. La otra que siempre tuvo cierta autonomía de la cuestión turística fue la pesca, también desde los inicios”, detalla la profesora emérita de la UNMDP.
En esta línea, Pastoriza remarca que en un primer momento la actividad pesquera se
desarrollaba en la zona de la playa Bristol, donde coexistía con la actividad turística. Luego, la actividad se trasladó hacia el sur de la ciudad, donde finalmente se instaló el puerto. “La construcción del puerto comenzó en 1922 y fue una obra impresionante para esa época. La realizó una empresa muy importante que venía de construir el puerto de Montevideo”, agrega.
La Mar del Plata de todos
Según la autora, la idea que articula el libro Mar del Plata. Un sueño de los argentinos es colocar a la ciudad como una muestra de lo que ocurría en Argentina durante aquellos años del siglo XX. En este punto, la propia Pastoriza desarrolla la idea: “Esto que nosotros podemos visualizar en Mar del Plata, que es la entrada de sectores sociales cada vez más amplios, tiene que ver con posibilidades de esa sociedad argentina.
Es decir, de lo que ahora se llamaría las posibilidades de inclusión. Entonces, al principio iba el sector más alto de la clase alta porteña, pero después se fueron sumando las provincianas, los sectores industriales –al principio eran los terratenientes–, luego las clases medias-altas, y las clases medias hasta llegar a los trabajadores. Y eso hace de Mar del Plata lo que en ese momento se llamaba la Mar del Plata de todos –en referencia a todos los sectores sociales–. Era como una metáfora de la Argentina, donde había una convivencia, por supuesto una convivencia con problemas, pero se tendía a eso”.
Hacia finales de la década del 60, esa llegada de diversos sectores sociales tuvo un corte. Los sectores de mayores recursos y grupos de jóvenes empezaron a visitar otros lugares. Es en ese marco que esa confluencia “de trabajadores, clases medias, clases altas, en distintos balnearios, pero todos en un mismo lugar, se fue quebrando”.
En este sentido, existe una periodización que marca distintos momentos de la actividad turística en Mar del Plata. “Yo hablo de la ciudad turística y la ciudad turística de masas, que sería luego del peronismo. Una de mis hipótesis fuertes es que la ampliación social de Mar del Plata en gran parte se produjo antes del peronismo. Un factor importante fue el protagonismo de los socialistas que accedieron al municipio en la década del 20.
Los socialistas, contrariamente a lo que se pensaba, no negaron la existencia del balneario y no se opusieron al mismo, sino que plantearon que había que quitarle ese carácter elitista y ampliarlo a otros sectores sociales. O sea, son los primeros que generaron políticas públicas en función de eso. Algunas no se pudieron llevar adelante porque no tenían el apoyo de la provincia, es decir, todos los problemas que se dieron durante las gestiones de Bronzini, Inda y Fava, que son los tres intendentes que cubrieron ese período. Pero ya se comenzó a generar una idea que luego en el período de los conservadores, que es la década del 30, sigue su rumbo, no se corta.
En los años 30 se sentaron las bases, planteo yo, de lo que con el peronismo se le va a dar una dimensión muchísimo mayor. Pero pensemos que en los años 30 se modificó la postal de Mar del Plata. Esa primera postal de la Rambla Bristol, el Club Mar del Plata, el Bristol Hotel, la tiraron abajo los conservadores. Aparecieron La Rambla y el Casino Provincial diseñados por Bustillo.
Fue en los años 30 que se decidió eso. Es decir, tuvieron la osadía de barrer la antigua postal. Eso tiene su propia historia específica, pero ese es el resultado. Después también se pavimentó la Ruta 2. De eso se encargó la provincia durante la gobernación de Fresco, terminó de pavimentar el tramo de la Ruta 2 de Dolores a Mar del Plata y eso facilitó, además de un crecimiento turístico muy importante, la entrada de los turistas con automóvil. Si se miran las cifras de visitantes, a partir de ahí tuvo un peso muy relevante y el automóvil compitió con el tren, que era el medio de transporte fundamental, es decir, pasó a tener protagonismo el transporte en ómnibus y el automóvil, que también nos habla de un sector de clase media-alta que comenzó a entrar al balneario.
Y después toda la cuestión de caminos, como el camino a Miramar. Es decir, el cambio urbano en el peronismo será a partir de la Ley de Propiedad Horizontal, la demolición de las mansiones y el boom de la propiedad horizontal, pero en cuanto al diseño de playa Bristol, eso se hizo en los 30”, explica.
La participación de la sociedad civil
En ese proceso de apertura del balneario, la historiadora resalta la participación de la sociedad civil durante la década del 30. En ese sentido, cumplió un papel importante la Asociación de Propaganda y Fomento de Mar del Plata, fundada en 1928. Esta entidad reunió a buena parte del espectro político de la ciudad y estaba liderada por los socialistas, con la conducción de Inda, por entonces diputado nacional por el socialismo. “Esa asociación generó toda una serie de actividades de propaganda y de fomento. Desde reuniones, cartas con el presidente de la Nación, con diputados, generando una serie de actividades de fomento del balneario que estaban en la primera línea, desde la inauguración de la ruta, estampillas, programas de radio, películas, artículos en diarios. Realmente fue impresionante la actividad que tuvo esa asociación y eso vinculado con lo que también se hacía desde las sucesivas intendencias”, comenta.
En esa línea, Pastoriza detalla:“El resultado en esa década es que se pasó de 60.000 turistas en 1930 a 450.000 aproximadamente en 1940. Nunca creció tanto en tasa como en ese momento. La consigna de ellos era ´por la democratización del balneario´. También otra consigna era ´Mar del Plata no camina sola´. Si querían que Mar del Plata creciera, había que trabajar, había que colaborar. Y colaboraban todas las asociaciones intermedias, que había muchísimas en Mar del Plata, hasta las asociaciones de trabajo.
Es decir, no solo los empresarios, sino los sindicatos, todos colaboraban con esa asociación. Entonces, esa participación de la sociedad civil de la ciudad también fue muy importante. Otra de las cuestiones que ellos planteaban era convertir el veraneo en turismo. Esto era hacerlo popular, en esos términos. Estamos hablando de 1930. Fue bastante temprano. O sea, cuando decían convertir el veraneo en turismo era que esos sectores ya no se podían quedar tres meses, sino que querían generar turismo de menos tiempo, pero que puedan venir más personas.
Eso se magnificó mucho con la llegada del peronismo con los planes de turismo social que se llevaron a cabo, primero en la provincia de Buenos Aires con el Gobierno de Mercante y luego con el Gobierno Nacional. Fueron primero las vacaciones pagas, en el verano de 1945. Eso algunos gremios lo tenían pero se masificó, se extendió a todos los trabajadores asalariados. Esa ley fue muy
importante. También el armado de paquetes turísticos que venían a Mar del Plata y a otras provincias, la construcción de Chapadmalal. Es decir, había todo un abanico de actividades. Los trabajadores comenzaron también a participar en esa actividad que tiene que ver con el tiempo libre y el ocio, que es la llegada a Mar del Plata”.
Competencia y otras actividades productivas
El desarrollo del turismo llegaría a su apogeo unas décadas más tarde y luego vendrían épocas de rupturas. “En los 60 y los 70 se ve en los números un crecimiento continuo. Lo que apareció en los 60, y tiene que ver también con nuestra historia nacional, son las crisis, y eso afectó al turismo. También empezó a funcionar la cuestión del dólar. Eso incidió en las temporadas y en esa ruptura que se planteaba al principio de que hubo sectores sociales que comenzaron a emigrar a otros lados. Aparecieron opciones para la clase alta, como Punta del Este, Pinamar y Cariló. Y para los jóvenes Villa Gesell. Además, comenzaron a cambiar los gustos en cuanto al veraneo y el turismo. Es decir, se buscaban lugares más tranquilos, no tan urbanos como se había convertido Mar del Plata, con otro diseño, playas más solitarias”, describe.
Por aquellos años, se instaló la idea de depender menos del turismo y se buscó fomentar otras actividades e impulsar sectores productivos en la ciudad, sin descuidar la actividad turística. Al respecto, Pastoriza destaca el papel de la construcción durante ese período. “La construcción, tuvo un crecimiento muy vertiginoso en esos años con la Ley de
Propiedad Horizontal y todo el cambio urbano que se produjo, sin planificación lamentablemente, en la ciudad. Pero fue un motor muy importante. No fue el único. Después estuvo lo vinculado a los servicios, la hotelería, el desarrollo y las fuentes de trabajo que hicieron que cada vez ingresen más inmigrantes a la ciudad, que al principio habían sido extranjeros, pero luego comenzaron a llegar migrantes internos, de la provincia de Buenos Aires y de otras provincias. Había posibilidades de trabajo y un mercado de trabajo muy dinámico que había en Mar del Plata, que tiene que ver con la pesca y la construcción. Tenían posibilidad de trabajar en verano de una cosa, en invierno de otra. Eso hizo que sea un atractivo para muchos sectores del país que se radicaron en la ciudad”, comenta.
“Mar de plata, un sueño de los argentinos”
Sobre el lugar que ocupa Mar del Plata en el país, como ese destino turístico al que los argentinos eligen, y su comparación con balnearios de otros lugares del mundo, Pastoriza retoma la idea de la ciudad como sueño de los argentinos que da título a su libro:“Eso se considera por el hecho de visualizar justamente el desarrollo y todo el proceso histórico que tuvo Mar del Plata. Es decir, al compás del crecimiento y las características sociales de la Argentina.
Hay muchísimos aspectos que a nosotros nos parecen ´naturales´, pero si uno lo compara con otros balnearios del mundo, no ha pasado lo que ocurrió en Mar del Plata. En casi todos los países, por ejemplo en Inglaterra, se crearon balnearios típicos para la clase obrera, no un balneario que compite con todo el arco social de un país. Esa es una característica muy peculiar, muy singular de Mar del Plata. Uno va a Biarritz o Deauville, que son lugares que fueron modelo cuando se armó Mar del Plata, y tienen características muy parecidas.
Por supuesto, con el paso de los años hay cambios importantes, pero siguen siendo lugares exclusivos. Entonces, acá sucedió otra cosa y eso tiene que ver con cómo este lugar se convierte en un objeto de deseo, y de ahí lo del sueño. Se convierte en un lugar de consagración social también. Había que estar en Mar del Plata, había que venir, había que conocerla”.
En la actualidad, la ciudad mantiene su status como referente de la actividad turística del país y forma parte de una diversa oferta de balnearios que brindan servicios para vacacionar. Al mismo tiempo, ofrece una amplia gama de propuestas de descanso, entretenimiento, ocio y esparcimiento, destinada a distintos públicos y bolsillos. Además, la ciudad continúa con su crecimiento poblacional y sus discusiones en torno a potenciar diferentes actividades productivas para generar mayores oportunidades en el mercado laboral.
Desde la evocación de recuerdos en familia hasta la planificación de las próximas vacaciones, Mar del Plata y sus playas, sin duda, forman parte del imaginario argentino.