Una serpiente que se muerde la cola, la escuadra y el compás, un reloj de arena con alas o una calavera con dos huesos cruzados ornamentan la arquitectura funeraria. ¿Por qué están esos objetos tallados allí? ¿Cuál es su significado?.
Por Juan Miguel Alvarez
Cuando la calle Bernardo de Irigoyen choca con Almafuerte, una imponente arcada indica el ingreso al cementerio de La Loma, monumento funerario de notable riqueza histórica y cultural que pasa desapercibido para la mayoría de los marplatenses y turistas.
Este cementerio, cuya fecha fundacional se desconoce (el primer entierro que figura en los libros de inhumación es de 1885), posee un registro fidedigno de la ciudad, por su arquitectura, sus esculturas y por los nombres de quienes allí descansan. Pero también guarda secretos, misterios, historias. Hay mucho por “descubrir”. Solo hay que prestar atención y ejercitar la curiosidad.
Al traspasar la fachada, el bullicio le deja lugar al silencio. La vorágine de la vida cotidiana contrasta con un lugar de conexión con los difuntos.
Las cuatro manzanas originales están divididas por dos pasillos centrales que forman una cruz de cemento entre la construcción y la vegetación, que hace menos pesada la carga emocional. Pero es la simbología la que prevalece en el espacio de los muertos.
A 20 metros de la arcada principal, en la primera fila, sobre el sector izquierdo
(es la denominada manzana C), numerosas figuras engalanan la bóveda número 7 correspondiente a la familia Sampietro, la misma que le dio el nombre a la reconocida casa funeraria.
Pero estas imágenes no están relacionadas con el catolicismo ni otra religión. ¿A qué refieren entonces? Son símbolos vinculados a la masonería.
La francmasonería es una institución de 300 años de antigüedad conformada por personas que se reúnen en logias bajo el precepto de hermandad. Se autodefine como “filosófica, filantrópica y progresista”
y está motivada por la búsqueda del mejoramiento del hombre en las ciencias. “Procura el perfeccionamiento de las virtudes humanas, bajo los principios de libertad, igualdad y fraternidad”, resumió Eduardo Bronzini, nieto de Teodoro Bronzini, el reconocido intendente socialista -y masón- que gobernó la ciudad en cuatro períodos (1920/21, 1924/25, 1928/29 y 1958/63).
Las logias nuclearon a grandes intelectuales del país y el mundo. Aquí, en Mar del Plata, formaron parte familias como los Bronzini, Allió, Urrutia o Sampietro.
La bóveda Sampietro
José, Atilio, Alfredo y Roberto Sampietro formaron parte de la logia “7 de Junio de 1891”, la más antigua y reconocida que hay en esta ciudad. Eso explica la simbología sobre la bóveda construida -posiblemente- en 1915.
La figura más emblemática es la escuadra
y el compás. “La escuadra representa la virtud y el compás, los límites que debe mantener cualquier masón con respecto a las demás personas”, explicó Magalí Golfieri, magíster en Gestión del Patrimonio Cultural.
También están tallados sobre la piedra funeraria un reloj de arena alado, “que representa el paso inexorable del tiempo”; una serpiente que se muerde la cola (uróboro), “que simboliza un ciclo de evolución así como encierra las ideas de movimiento, continuidad, autofecundación y, en consecuencia, de perpetuo retorno”; y la letra G, que hace referencia al Gran Arquitecto del Universo, el ser supremo de los masones”.Golfieri, a su vez, manifestó que “la construcción pasa de piedra bruta en la parte inferior a piedra pulida en la superior, que es signo de la evolución”.
¿Por qué en la bóveda de Sampietro -como no ocurre en otras- hay tantos elementos vinculados a la masonería? “Era una decisión familiar. Además, muchos masones son partidarios de la cremación”, aclaró Bronzini, quien se inició hace 35 años en la logia “7 de Junio de 1891” y actualmente es venerable maestro de la logia “Compañeros del silencio”.
“En los cementerios del interior de la provincia hay mucha simbología masónica. En el de Azul, uno de los más característicos, está en el sector disidente, ya que cuando fue construido era administrado por la Iglesia Católica”, se explayó Bronzini.
La Ley de Cementerios (1883) estableció la no discriminación de los entierros por credo religioso. Por eso, en La Loma hay figuras masónicas entreveradas en la diversa iconografía.
Otros indicios masónicos
El piso damero (ajedrezado) que hay en el ingreso al cementerio tiene un significado especial para los masones, muchos de los cuales eran constructores. “Representa el respeto a la diversidad y la unión. Que todos pueden integrar a la institución”, describió Bronzini.
“Hay otros símbolos velados; uno puede llegar a interpretar que también son bóvedas que pertenecen a familias masónicas”, conjeturó Golfieri, quien conoce todos los rincones del cementerio y realiza visitas guiadas para popularizar este patrimonio cultural. Por ejemplo, se pueden observar construcciones con estructura piramidal, las cuales remiten al Antiguo Egipto, cultura inspiradora de la masonería.
Quizá la figura más impactante que aparece es una calavera con huesos cruzados, imagen que se vincula habitualmente con la muerte. Si bien su tradición y utilización fue diversa a lo largo de los años, algunos masones también la adoptaron para designar a un gran maestro.
En esas bóvedas no hay evidencias claras de la pertenencia a la masonería, como sucede con la de Sampietro, cuya simbología es indiscutible.
Tampoco eso es extraño. Hoy la institución tiene hasta páginas web, pero durante casi toda su historia conservó un carácter muy reservado, quizá por la oposición que encontró en distintos actores sociales o por la “mala fama” que se le dio al rito o ceremonia de iniciación.
Y, más allá del cementerio, no quedaron muchas otras “huellas” masónicas en Mar del Plata. “Tiene que ver con que acá no se preservaron las construcciones de antaño como en otras ciudades”, consideró el nieto del ex intendente.
En La Loma, aquellos símbolos están a la vista de todos. Pero pasan casi inadvertidos. Como si no quisieran perder ese halo secreto que caracterizó históricamente a la masonería.
Fuente: La Capital