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Foto del escritorMar del Plata - La Perla del Atlántico

Legendario túnel y enormes raíces en el exótico fondo de un arroyo marplatense

En las profundidades del arroyo La Tapera se abre camino un paisaje natural único en la región, casi de ficción. Raíces de dos metros, abundante vegetación, arcoíris subterráneos y un túnel que esconde misterios y parte de la historia de Mar del Plata.


Por Gonzalo Gobbi

Entre gruesas y largas raíces de añejos eucaliptus que bordean la Laguna de los Padres se abrieron paso en silencio, casi en secreto, las exóticas profundidades del arroyo La Tapera.

El agua hace un tiempo no fluye y allí emergió un camino seco abrazado por árboles, atravesado por un legendario túnel que presagia misterios, abundante vegetación y hasta sorprendentes arcoíris bajo tierra, un paisaje natural y desconocido por muchos que parece extraído de una fantasía.


A pasos de la laguna, en este sendero con

raíces de más de dos metros de alto nace el cauce de La Tapera, el único efluente natural que actúa como nivelador de la cota de la laguna. Desde allí recorre 25 kilómetros por la zona agrícola lindera a la ruta 226, penetra la ciudad, atraviesa la Autovía 2 en el barrio La Florida y desemboca en Parque Camet.

El paisaje es único. La profundidad con paredes de tierra seca, recubiertas por todo tipo de plantas, piedras y el caer del agua crean un microclima propio en medio del humedal.


A simple vista comparable con la cueva de la serie alemana Dark, entre las enormes raíces entrelazadas un túnel de ladrillo, angosto y agrietado, refuerza el

encanto de un rincón verde que cautiva a curiosos y amantes de fotografiar sitios extraños como este.


Este extraordinario lugar está a la vista de todos, pero no todo visitante frecuente de la Laguna puede afirmar que lo conoce. Un cartel señala que por allí pasa el “Arroyo de la Tapera” y otro, cerca, advierte el peligro de descender -por los desniveles del terreno-, sobre todo para los más chicos, para quienes no es recomendable bajar sin la supervisión de un adulto responsable.

El túnel, hacia arriba, funciona como un puente por el que los visitantes caminan o cruzan en auto, unido al sendero que rodea la laguna. Por abajo, es posible atravesarlo y descubrir los misteriosos mensajes que esconde.

“La cámara de los secretos ha sido abierta”. La frase, de la saga Harry Potter, cubre con grandes letras rojas una de las paredes curvas de ladrillo dentro del túnel, firmada el 2 de febrero de este año, el 2/2/22, en forma anónima.


Debajo, otras fechas, nombres y mensajes “tallados” sobre el viejo cemento. Desde declaraciones de amor hasta frases de autoayuda.


Pero dentro del túnel hay también una “placa” de cemento pegada a los ladrillos con un nombre y la fecha de la obra: José Gáspari, 27 de mayo de 1938.


¿Quién estampó hace más de 80 años su firma debajo de este recóndito túnel bajo el arroyo La Tapera?

Según los archivos históricos de Mar del Plata, José Gáspari fue un italiano que a los 16 años se embarcó en el buque “Orión” rumbo a la Argentina y se trasladó a la ciudad, donde su tío Anselmo Gáspari había fundado una empresa constructora a la que le otorgaban grandes trabajos en la ciudad y la zona rural.


Los Gáspari dejaron su huella en la

arquitectura de la zona. Intervinieron en la obra de Villa Robla (Aristóbulo del Valle y Gascón), la cripta de la Catedral de Mar del Plata, el colegio Santa Cecilia, el Instituto Peralta Ramos, la parroquia San Pablo y, en la zona rural, por ejemplo, en la edificación del casco de la estancia de Laguna de los Padres que perteneció a Eusebio Zubiaurre, donde hoy funciona el Museo Municipal José Hernández, cerca del arroyo.


José Gáspari contrajo matrimonio con su prima Teresa y tras la muerte de su tío -y suegro-, quedó al mando de la constructora.

Tuvieron siete hijos y cuatro años después del nacimiento del último, a quien casualmente llamó Anselmo, completó la obra del túnel que permite hoy cruzar el arroyo La Tapera por arriba y, cuando no hay agua, atravesarlo por debajo.


Con el tiempo, alrededor de la obra la naturaleza dejó a la vista las raíces de

gigantes eucaliptus y recubrió con varias especies las paredes de tierra, a metros del sector utilizado para esparcimiento en la laguna.

Es que, con su rica historia, la Laguna de los Padres actúa como punto de “escape” directo para el marplatense. En auto, moto, colectivo o bicicleta, en menos de una hora es posible cambiar el centro de la ciudad por el arco de entrada a la laguna y su frondoso camino desde la ruta, en histórico mal estado.


Este humedal comparte los 12 meses su

naturaleza con los rituales de miles de personas. Deporte acuáticos, pesca, el asadito de los domingos (en realidad las parrillas humean todos los días), mateadas cerca de los carpinchos y partidos de fútbol son parte de una tradición local y turística de varias generaciones en el lugar.

Es la primera opción para el Día de la Primavera o el 1º de Mayo; un punto de escape de todo el año; cerca, verde, tranquilo y público.


Pero entre lo conocido por todos emerge, bajo la superficie, lo desconocido por muchos. Rocas, troncos, insectos, pequeños charcos, ramas y un enjambre de raíces componen

este exótico paisaje bajo las profundidades secas de La Tapera.

Por encima, tres gruesas mangueras riegan en forma constante parte del camino y lo mantiene húmedo. El sol se filtra a través de esta “lluvia” artificial y crea el fenómeno óptico de pequeños arcoíris subterráneos, una verdadera rareza que refuerza el encanto de este rincón natural, desconocido y a la vez legendario en medio de la Laguna de los Padres.


Fotos y video: Diego Romero

Fuente: La Capital


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