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Foto del escritorMar del Plata - La Perla del Atlántico

Historia del Bristol Hotel

Inaugurado el 8 de enero de 1880, albergó al las figuras más importantes de la aristocracia argentina y fue un hotel modelo en América Latina. Realizó su última gran cena el 16 de junio de 1944 y fue demolido para dar paso a una serie de edificios y propiedades horizontales.

Durante la década de 1880 Argentina ya estaba consolidada como uno de los principales proveedores de productos agrícolas para el mundo y los dueños de las tierras constituyeron una aristocracia que imitaba a la nobleza europea.

Convencidos en hacer de la reciente Mar del Plata la Biarritz argentina, para finales de la década comenzaron a notar la necesidad de un gran hotel de lujo que albergara a las acaudaladas familias que aún no tenían su casa de veraneo en la ciudad.


Así, en 1887 José Luro junto a Gastón Sansinena, Ernesto Tornquist y Adolfo Dávila formó la Sociedad Anónima Bristol Hotel, con el objetivo de administrar un hospedaje reservado exclusivamente a las familias de la élite gobernante y propietaria de estancias que por entonces formaban parte del granero del mundo.

En menos de un año, la Sociedad Anónima Bristol erigió en la manzana comprendida por las actuales San Martín, Entre Ríos, Corrientes y Rivadavia el Bristol Hotel.


Con entrada con vista al mar, la recepción, la sala de estar, el comedor y las 500 habitaciones lucían mobiliario de caoba, pisos completamente alfombrados, espejos y arañas imponentes de estilo francés. Los registros de la época dan cuenta que los empleados vestían uniformes con charreteras y botones dorados y algunos hablaban hasta cinco idiomas. Todas las noches había bailes animados por una orquesta y funcionaba una sala de juegos con punto y banca, ruleta y bar. Era el hotel más suntuoso del nuevo continente.

Oficialmente fue inaugurado el 8 de enero de 1888 con 300 huéspedes y una gran fiesta que reunió a las más renombradas personalidades de la época. De la celebración inaugural participaron, entre otros, Dardo Rocha, gobernador de la Provincia junto a su familia; el vicepresidente Carlos Pellegrini, el gobernador Máximo Paz, el expresidente Bartolomé Mitre. Incluso,de acuerdo lo que publicó a la Revista Caras y Caretas, también estaba Nicolás Romanov,

entonces príncipe heredero al trono ruso.

De acuerdo a la investigación del Decano del Cuerpo Consular y Cónsul Honorario de la Federación de Rusia en Mar del Plata, Arquitecto Jorge Kuznetzov, la presencia del por entonces heredero al trono coincide con el amarre en el puerto local del buque escuela de la armada imperial rusa que estaba haciendo su viaje de instrucción y, los oficiales y cadetes fueron invitados a la fiesta inaugural para engalanar la velada.

En el acta de inauguración, que contó con la firma de todos los asistentes al evento, Nicolás II eligió no usar sus títulos nobiliarios y rubricó el documento simplemente como Nikolái Aleksándrovich Románov.


A una década de su inauguración, el hotel era uno de los establecimientos mejor equipados de la ciudad y contaba con su

propia central telefónica. Tal era el nivel de majestuosidad del Bristol Hotel que allí las veraneantes de la élite conformaron una comisión presidida por Doña Ana Elia de Ortiz Basualdo, que juntó fondos para la construcción de la futura Iglesia Stella Maris.

La masividad del automóvil en los comienzos del siglo XX, hizo que la oligarquía abandone de a poco el Bristol Hotel y construya sus propias villas de veraneo en la loma de Stella Maris. Esto, sumado a la crisis económica conocida como la Gran Depresión o crisis del 29 hicieron que el turismo aristocrático concluya abruptamente y la clase media comience a ver a Mar del Plata como un destino turístico posible.


El Bristol sobrevivió a la Década infame afectado por una fuerte decadencia y realizó su última gran cena el 16 de junio de 1944. Luego del cierre, la inmobiliaria Peracca S.A. se encargó de la subasta del mobiliario, adornos y otros objetos.

Durante ocho semanas la firma subastó todos los muebles y elementos decorativos del edifico modelo del turismo aristocrático de Latinoamérica. También se subastaron los tres edificios que comprendían el establecimiento que fueron adquiridos por diferentes inmobiliarias y constructoras y demolidos para la construcción de edificios residenciales de propiedad horizontal.


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