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Foto del escritorMar del Plata - La Perla del Atlántico

Monumento al Lobo Marino: la clásica postal marplatense

Llegar a Mar del Plata y sacarse una foto junto al Monumento al Lobo Marino. Aquel que se atreva a decir que jamás lo hizo, seguramente este mintiendo. Prácticamente todos los turistas que alguna vez pisaron “La Feliz”, tienen su foto junto a estas esculturas míticas.


Construidas en la década de 1940, tras la demolición de la antigua rambla bristol, en el marco de una profunda transformación de la ciudad, hoy es inimaginable pensar a Mar del Plata sin ellas.


Los Lobos Marinos: primeros habitantes de la ciudad

Cuando el territorio marplatense era una vasta área desierta, sin rastros de habitantes, los Lobos Marinos eran amos y señores del lugar.


Todavía no había indios pampas, mapuches y tehuelches. Por supuesto, faltaba mucho para que Don Patricio Peralta Ramos llegara para constituir la ciudad. La historia dice que estos animales vivían en estado natural a lo largo y ancho de la Costa Atlántica pero, cuando llegaron los primeros habitantes, su hábitat se vio alterado y también su existencia.


Pasarían muchos años para que los Lobos Marinos pudieran recuperar su lugar. Con la reubicación del puerto, se estableció una nueva colonia y allí permanecen hasta el día de hoy.

El Monumento, ¿quién fue su autor original?

En el año 1939, durante la gobernación de Manuel Fresco, la antigua Rambla Bristol (símbolo de la época de esplendor de Mar del Plata) por donde se paseaba la clase más selecta del país, fue demolida. El arquitecto Alejandro Bustillo fue el encargado del proyecto y se propuso levantar dos edificios gemelos: el Casino y el Hotel Provincial. Estas dos moles de fueron separadas por una amplia plaza de cemento que desembocaba directamente en la Playa Bristol.


Dos años después, se inauguró allí el Monumento al Lobo Marino. Se dice que se eligió a este animal porque originalmente se encontraban en estas playas y cuando se urbanizó el lugar se fueron corriendo.


Tradicionalmente se asoció la construcción de estas piezas con el escultor José Fioravanti. Sin embargo, hubo otra persona involucrada. Se trata del escultor esloveno Janez Anton Gruden.

Hace poco, en una nota publicada en Infobae, salió a la luz esta historia. Allí, el hijo de Gruden aclaró que Fioravanti fue el autor intelectual de la obra y que su padre fue el que le dio forma. En el imaginario popular, todos reconocen al Monumento como “los lobos de Fioravanti”, incluso aparece su firma en las esculturas. El hijo de Gruden aclaró que esto era algo que ocurría a menudo. “Muchos extranjeros hicieron obras interesantes pero que no pudieron figurar como autores porque no tenían el título que les permitía firmarlas”, explicó.


Símbolo de “La Feliz” y unas fotos halladas 80 años después

Desde que se inauguró el Monumento al Lobo Marino, posar frente a estas enormes esculturas se transformó en el testimonio de un veraneo en la Ciudad Feliz. Acompañando al boom turístico de las décadas del ’50 y ’60, los lobos estuvieron ahí y fueron testigos de los días más felices en la ciudad.


Casi 80 años después, en una cantera, aparecieron fotos de la construcción de los míticos lobos. Gustavo Visciarelli, responsable del proyecto “Fotos de Familia”, fue el que compartió la noticia, "En un armario se escondía un tesoro y una respuesta sobre los lobos de Fioravanti".


El hallazgo fue hecho por Alberto Castillo, hijo de quien en 1989 compró “a puertas cerradas” la Cantera Sud Atlántica, que antiguamente pertenecía al alemán Herman Wachnitz. Allí fue donde se encontraron las imágenes.

Por otro lado, el arquitecto César Nicolini fue quien las digitalizó y envió a “Fotos de Familia”.


Estas fotos inéditas arrojan un poco más de luz sobre el origen de las estatuas y su construcción.

Una de las imágenes encontradas en la cantera. Foto n° 12204 – Construcción de los Lobos Marinos. Aporte: César Nicolini y Alberto Castillo. PhotoCredit: Fotos de Familia


.Según cuenta el sitio, las imágenes ratifican que los “lobos” fueron esculpidos dentro de la cantera Sud Atlántica de Estación Chapadmalal. En un viejo armario de las antiguas oficinas de la cantera, Alberto encontró un sobre con unos negativos que luego dio a César Nicolini, que entregó al sitio de La Capital.


La leyenda de los Lobos Marinos se agiganta con el paso del tiempo y el monumento sigue siendo uno de los puntos más álgidos de la ciudad, testigos silenciosos de toda una época.


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