El esqueleto de la enorme marquesina, rendido sobre la vereda. Los bomberos que van y vienen con rostros tiznados. Y los feriantes, aquí y allá, entre llantos y miradas perdidas, sin consuelo.
Con las primeras luces del día y entre una nube de humo, esa imagen acompañó el incendio de Ferimar, un paseo de compras cercano al puerto al que las llamas consumieron la madrugada del 22 de diciembre de 2007, en poco menos de media hora.
El fuego, que tendría su origen en un ataque intencional, comenzó a los 4.30, cuando ya se habían retirado los comerciantes y los casi 500 trabajadores.
En el interior del predio de Juan B. Justo 70 sólo estaban un encargado, su familia y seis empleados de seguridad. Ninguno resultó herido.
Las pérdidas para los casi 250 feriantes
fueron totales. En el interior había mercadería, en su mayoría prendas de vestir y calzados.
Y lo curioso es que el incendio ocurrió apenas 24 horas después de que el cuerpo local de Bomberos completara una inspección en el lugar. El informe elevado a la comuna advertía sobre el exceso de mercadería altamente combustible y sobre la necesidad de mejorar medios para atender emergencias, por ejemplo, hidrantes y rociadores.
"Se escuchó una explosión y, enseguida, el fuego", contó Norma, una vecina que vive en un edificio frente a Ferimar. Ella avisó al encargado del predio, Héctor Naón, que dormía junto a su familia. "Atiné a tirar la manguera para contener el fuego, pero ya había llamas también en otra esquina y tuvimos que salir", dijo quien era subintendente desde la apertura del predio, hacía 24 años.
Esa multiplicidad de focos ígneos -se hablaba de al menos tres- llevó a pensar en un hecho intencional. Una hipótesis es un ataque con bombas tipo molotov. "Qué casualidad que se incendia Ferimar cuando iba a abrir otra feria parecida a 200 metros", coincidió un grupo de damnificados.
Ninguno de los 250 stands se salvó. Cada inquilino había pagado entre 6000 y 20.000 pesos por la temporada en aquel entonces. A lo que se debe sumar el alquiler de una vivienda, ya que la mayoría proviene de Buenos Aires.
"Me arruinó porque tenía mis dos puestos repletos de mercadería para Navidad", contó Luis Aguilar.
Los feriantes aguardaban una respuesta del titular del predio, Ricardo Sabbag, para ver si la compañía aseguradora compensaría parte de las pérdidas. Un consuelo frente a las llamas que hicieron cenizas toneladas de mercadería y cientos de puestos de trabajo.