Un recorrido que se realiza caminando por el boulevard Patricio Peralta Ramos para ver el edificio del Casino y el del hotel Provincial, obra del arquitecto Alejandro Bustillo, separados por una plaza seca donde se ubican las esculturas que hicieron famosa a Mar del Plata, conocidas como “Los Lobos”.
Todo el complejo es acompañado por una amplia rambla con su propia historia y varias remodelaciones, que fue sin ninguna duda el máximo paseo obligado de la elegancia porteña del 1900.
Rodeadas por modernos edificios, obras arquitectónicas como el Torreón del Monje, que data de 1904, o la Villa Unzué de Casares, de 1930, hoy son establecimientos gastronómicos.
Ascendiendo la loma natural del relieve urbano por la calle Alvear, Villa Blaquier y Villa Ortiz Basualdo son dos exponentes de antiguas residencias veraniegas de aspecto palaciego. Esta última alberga actualmente al Museo Municipal de Arte Juan Carlos Castagnino con sus pinturas, grabados y fotografías.
Villa Blaquier y Villa Ortiz Basualdo (Foto: Marcelo Pérez Pelaéz)
Un templo de valoración arquitectónica es la capilla Stella Maris, la virgen del mar y protectora de los pescadores.
Con estilo neogótico y con exquisitos detalles de ornamentación: un altar de nogal tallado y su torre coronada por una cruz de bronce.
En la misma zona, se encuentra la Torre Tanque, reservorio de 500.000 m3 de agua, de estilo pintoresquista: un verdadero castillo que nos remonta a la Edad Media.
Otra de las residencias salientes de la
Loma Stella Maris es la casona conocida como Villa Normandy. Según señalan los historiadores locales, la casa fue en sus comienzos el lugar de veraneo de Félix Delor y su familia.
En cercanías al centro comercial de la calle
Güemes, se pueden observar villas y residencias con reminiscencias inglesas o italianas como Villa Magnasco, Villa Tur y la Casa Riglos, construidas a fines de la década del 30.
Villa Magnasco y Villa Tur