Se recomienda recorrerlo en vehículo, por las distancias entre las distintas residencias que se encuentran en los barrios más elegantes y tradicionales de Mar del Plata. Aquí, la arquitectura fundacional se mezcla con un diseño moderno.
La capilla Divino Rostro, en el barrio del mismo nombre, merece una visita. Su altar mayor fue traído de Perú y posee una réplica del rostro de Jesús. El tallado de los altares, púlpito, marcos de cuadros y el vía crucis están realizados en cedro y laminados en oro de 18 quilates.
En las inmediaciones a la capilla, tres imponentes residencias dan cuenta del estilo de vida de los cultos, ricos y famosos de esa época:
Villa Emilio Mitre (museo y archivo histórico), Villa Victoria Ocampo (centro cultural) y Villa Silvina (colegio privado), que perteneció a los escritores Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo.
Villa Victoria Ocampo y Villa Silvina
En Urquiza 3440 se encuentra la famosa “Casa de los Troncos”, denominación que luego adquirió todo el barrio. Esta vivienda es de influencia Suiza, data del año 1938 e impuso el uso de la madera hachada, que luego sería copiada en la mayoría de los chalets de la zona.
El Golf Club Mar del Plata, denominado en el ambiente golfista como “la Catedral del Golf”, es uno de los más importantes e imponentes edificios que de manera perfecta resume los años dorados de aquella época.
De estilo “Tudor”, esta arquitectura fue utilizada en aquella época para clubes sociales y deportivos de la aristocracia inglesa.
El recorrido termina por el boulevard Patricio Peralta Ramos hacia el centro de la ciudad. Allí, una serie de residencias y chalets se suceden sobre la costa e interactuán armónicamente con el mar y las lomadas. Algunos funcionan como establecimientos gastronómicos, por ejemplo el chalet Castagnino y Villa Varese, priorizando la espectacular vista al mar.